El camino a casa
CÓMO UNA PUERTA DE HIERRO SE ABRIÓ

Historia 8 – Hechos 12:1-24
La mamá se detuvo un momento y preguntó: -“¿Recuerdas en La vida de Cristo, cuando Jesús estaba enseñando, había un gobernador romano que estaba a cargo llamado Pilato? Judit respondió: “¿Ese fue el que mandó a Jesús a la cruz?” Moviendo la cabeza, la mamá le dijo que sí, y después continuó la historia.

Después de unos años el emperador de Roma que gobernaba todo el territorio del Gran Mar, le dio a los judíos en Judea un rey llamado Herodes Agripa. Él era el sobrino de Herodes el que mató a Juan el bautista, y el nieto del Herodes que mandó la matazón de los niños en Belén para destruir al bebé Jesús. Herodes Agripa era el rey de Judea en nuestra historia anterior, cuando Pedro tuvo la visión en la azotea de predicar a los gentiles. Herodes quería agradar a los judíos en Jerusalén, así que mandó a atrapar a uno de los apóstoles llamado Santiago. Era el hermano de Juan, uno de los tres que estaban muy allegados a Jesús. Herodes mandó a sus guardias para que mataran a Santiago, de la misma forma que su tío Herodes Agripa mandó matar a Juan el bautista. Al ver cómo esto complació al sumo sacerdote y a sus dirigentes, Herodes mandó a arrestar a Pedro para encarcelarlo. Tenía la intención de matarlo en la próxima fiesta de la Pascua. Por lo tanto, Pedro estaba bajo llave con dieciséis guardias alrededor de la prisión.

La iglesia oraba constante y fervientemente a Dios por él. La misma noche en que Herodes estaba a punto de sacar a Pedro para matarlo, éste dormía entre dos soldados sujeto con dos cadenas. Unos guardias vigilaban la entrada de la cárcel. De repente, apareció un ángel del Señor y una luz resplandeció en la celda. Despertó a Pedro con unas palmadas en el costado y le dijo: “¡Date prisa, levántate!” Las cadenas cayeron de las manos de Pedro. Le dijo además el ángel: “Vístete y ponte tus sandalias.” Así lo hizo, y el ángel añadió: “Échate la capa encima y sígueme.” Pedro salió tras de él, pero no sabía si realmente estaba sucediendo lo que el ángel hacía. Le parecía que se trataba de una visión. Pasaron por la primera y la segunda guardia, y llegaron a la puerta principal de hierro que daba a la ciudad. ¡La puerta se les abrió sola, y salieron! Caminaron unas cuadras, y de repente el ángel lo dejó solo. Entonces Pedro volvió en sí y se dijo: “Ahora estoy completamente seguro de que el Señor ha enviado a un ángel para librarme del poder de Herodes.”

Pedro estaba pensando en el próximo lugar que debería ir, así que fue a casa de María; su pariente era Bernabé y su hijo era Juan que se llamaba Marcos, el que años después escribiría “el evangelio de Marcos.” En la casa estaban muchas personas reunidas orando por Pedro. Pedro tocó la puerta, y salió una muchacha llamada Rode. Al reconocer la voz de Pedro, se puso tan contenta que volvió corriendo sin abrir y exclamó: “¡Pedro está a la puerta!” le dijeron: “¡Estás loca!” Ella insistía que era Pedro, pero los otros decían: “Debe ser un ángel.” Entre tanto, Pedro seguía tocando. Cuando abrieron la puerta y lo vieron, quedaron pasmados. Con la mano Pedro les hizo señas que se callaran, y les contó cómo el Señor lo había sacado de la cárcel. Les dijo que le contaran todo esto a Santiago y a los otros apóstoles. Luego se fue a otro lugar para que Herodes y sus hombres no pudieran atraparlo. Al amanecer se produjo un gran alboroto entre los soldados respecto a la desaparición de Pedro. Herodes hizo averiguaciones, pero al no encontrarlo, les tomó declaración a los guardias y mandó a matarlos.

No muy lejano de todo esto, Herodes murió de repente. Muchos creyeron que su muerte vino como un castigo de Dios, así que Herodes pereció y Pedro, al que trató de matar, vivió muchos años dándole su servicio a Dios. El Santiago al que Pedro se refería cuando le pidió a los creyentes que le contaran a Santiago lo que le había pasado, no era el apóstol el hermano de Juan. Herodes había matado a este Santiago. Pedro estaba hablando de otro Santiago, el hijo de José y María el cuál era hermano menor de Jesús. A este se refieren como “el hermano del Señor.” Santiago era un hombre muy bueno y era líder en la iglesia de Jerusalén, en la cual vivió por muchos años. Tiempo después, Santiago escribió el libro en el Nuevo Testamento llamado, “La epístola de Santiago.”