Historias de la Biblia hebrea
LA HISTORIA DE UN LARGO VIAJE

Historia 5 – Génesis 11:27-13:18
No muy lejos de la ciudad de Babilonia donde empezaron a construir la torre de Babel, se encontraba otra ciudad llamada Ur de los caldeos donde se unían los ríos Tigris y Éufrates. Entre la gente en Ur, había un hombre llamado Abram el cual era un hombre bueno y fiel que siempre trataba de adorar y obedecer a Dios. Pero allí en Ur de donde Abram era, no oraban a Dios, le oraban a ídolos o imágenes hechas de madera y piedra. Ellos pensaban que estas imágenes eran dioses capaces de escuchar sus oraciones y ayudarlos. Y como adoraban a ídolos en vez que a Dios, no sabían su voluntad y hacían muchas cosas malas.

El Señor vio que Abram era bueno y fiel aunque se encontraba entre mucha gente corrupta. Así que Dios le dijo a Abram: “Deja tu tierra, y con tu familia vete a la tierra que te mostraré. Haré de ti una nación grande, y te bendeciré; haré tu nombre famoso, y serás una bendición. Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan; ¡por medio de ti serán bendecidas todas las familias de la tierra!” Abram no sabía el significado de la bendición que Dios le prometió, pero sabemos que la familia de Abram se convirtió en los Israelitas de los cuales vino Jesús, el Salvador del mundo. Jesús fue descendiente de Abram lo que significa que Jesús vino más después de la familia donde Abram era el padre. Así que sin duda, la familia de Abram bendijo a todas las familias de la tierra al dar el Salvador al mundo entero. Abram obedeció a Dios, aunque no tenían ni idea del significado de la promesa, ni de la nueva tierra donde lo estaba mandando. Se llevó a su esposa Saray, su padre Téraj, (el cual ya era muy viejo), su hermano Najor, su nuera y su sobrino Lot, (cuyo padre Jarán había muerto). Y así, Abram con toda su familia, todo lo que tenía, sus tiendas de campaña, rebaños y ganado; empezó su viaje a la tierra que ni su nombre sabía.

Viajó hacia arriba por el río Éufrates a la región montañosa, hasta que llegó a un lugar llamado Jarán en el país de Mesopotamia, que significa “entre los ríos”, la cual estaba entre los ríos Tigris y Éufrates. Se quedaron allí por un tiempo quizá porque su papá ya era viejo y no podía con el viaje, y allí en Jarán, Téraj murió. Después de eso, Abram continuó su viaje y su sobrino Lot lo acompañó; Najor, su otro hermano, se quedó allí por muchos años y tuvo hijos, y estos tuvieron hijos, a estos de les llama “descendientes”.

Abram y Lot se fueron hacia el suroeste donde viajaron por mucho tiempo, a la derecha tenían las montañas y a la izquierda estaba el desierto. Viajaron sobre los ríos y subieron colinas, y finalmente… ¡llegaron a la tierra de Canaán, la cual Dios le había prometido! La tierra se llamaba Canaán porque por mucho tiempo, los descendientes, (o los hijos de los hijos), de un hombre llamado Canaán habían vivido allí. Mucho tiempo después, esa tierra fue conocida como “La tierra de Israel”; años más tarde se le llamaría “La Tierra Santa”, en la cual el Señor Jesús viviría. Cuando Abram llegó a Canaán, encontró muy pocas ciudades y aldeas de los cananeos. Pero no se quedaron allí, escogieron un lugar no muy lejos de una ciudad llamada Siquén, donde pusieron sus tiendas de campaña en el pasto abierto para que su ganado y su rebaño pudieran comer. El Señor vino a Abram y le dijo: “Le daré esta tierra a tus hijos y a sus hijos, y esta tierra será de ellos para siempre”. Entonces Abram le hizo un altar al Señor y le dio una ofrenda. Donde quiera que Abram tendiera su tienda de campaña, le hacía un altar al Señor. Abram quería mucho a Dios, creía en él y en sus promesas. Abram y Lot se cambiaban de lugar con sus rebaños y ganado buscando pasto y agua para sus animales. En una ocasión bajaron a la tierra de Egipto cerca del río Nilo. Quizá al estar allí, vieron el Esfinge o algunos de los templos, ya que estos se habían construido desde antes que Abram naciera. Abram no se quedó en Egipto por mucho tiempo, siguió viajando hasta que llegó a un lugar cerca de Betel donde había construido un altar anteriormente, y allí oró al Señor.

El hijo del hermano menor de Abram que había muerto, Lot estaba con Abram; y también Lot tenía rebaños, ganado y tiendas de campaña. La región donde estaban no era suficientemente grande para que se alimentaran los dos y los cananeos que vivían también allí. Cuando Abram escuchó una discusión entre los pastores de los rebaños de Abram y los que cuidaban el ganado de Lot, Abram dijo: “No debe haber pleitos entre nosotros, ni entre nuestros pastores. Allí tienes toda la tierra a tu disposición. Si te vas a la izquierda, yo me iré a la derecha, y si te vas a la derecha, yo me iré a la izquierda”. Lot vio toda la tierra y dijo: “Escojo el valle del Jordán”. La cual era la mejor tierra alrededor. Y así, Lot y su familia se fueron al valle con sus campamentos, sus hombres, sus rebaños y su ganado, dejándole a su tío Abram la tierra que no era muy buena. Quizá Lot no se dio cuenta que la gente de Sodoma era de lo peor de la gente en la tierra. Ahí echó su campamento y poco a poco se acercó más y más a Sodoma, hasta que por fin estaba viviendo en la ciudad corrupta.

Después de que Abram se separó de Lot, el Señor le dijo: “Abram, levanta la vista desde el lugar donde estás, y mira hacia el norte, hacia el sur, hacia el este y el oeste. Yo te daré a ti y a tu descendencia, para siempre, toda la tierra que abarca tu mirada. Multiplicaré tu descendencia como el polvo de la tierra. Si alguien puede contar el polvo de la tierra, también podrá contar tus descendientes. ¡Ve y recorre el país a lo largo y a lo acho, porque a ti te lo daré!” Entonces Abram levantó su campamento en Betel, y se fue a vivir cerca del sur de Hebrón, junto al encinar. Y allí le hizo un altar al Señor.