Historias de la Biblia hebrea
EL ANCIANO QUE PELEABA CONTRA GIGANTES

Historia 40 – Josué 14:1-19:51
La gran guerra para conquistar Canaán ya había terminado, aunque en algunas partes los cananeos controlaban ciertas regiones. Los israelitas como dueños de la tierra, se preparaban para dividir la herencia. Un día los líderes de la tribu de Judá fueron a la tienda de Josué en Guilgal y con ellos iba un anciano, era Caleb, si lo recuerdas él era uno de los doce espías que Moisés mandó de Cades para explorar la tierra de Canaán. De eso ya había pasado mucho tiempo y Caleb ya tenía más de ochenta años de edad. Caleb le pidió a Josué:

– Acuérdate de lo que el Señor le dijo a Moisés, hombre de Dios, respecto a ti y a mí en Cades Barnea. Yo tenía cuarenta años cuando Moisés, siervo del Señor, me envió desde Cades Barnea para explorar el país, y con toda franqueza le informé de lo que vi. Mis compañeros de viaje, por el contrario, desanimaron a la gente y le infundieron temor, pero yo me mantuve fiel al Señor mi Dios. Ese mismo día Moisés me hizo este juramento: “La tierra que toquen tus pies será herencia tuya y de tus descendientes para siempre, porque fuiste fiel al Señor mi Dios”. Ya han pasado cuarenta y cinco años, desde que el Señor hizo la promesa por medio de Moisés, mientras Israel peregrinaba por el desierto; aquí estoy este día con mis ochenta y cinco años, ¡el Señor me ha mantenido con vida! Y todavía mantengo la misma fortaleza que tenía el día en que Moisés me envió. Entonces dame, pues, la región montañosa que el Señor me prometió en esa ocasión.

Entonces Josué le dijo: “Puedes escoger la tierra que más te parezca. ¿Cuál te gustaría?”. Y Caleb contestó: “Escojo la región montañosa de donde vimos la murallas en las que vivían los gigantes, sus hijos viven ahora en Hebrón. Yo sé que sus ciudades son enormes y fortificadas. Sin embargo, con la ayuda del Señor los sacaré de ese territorio, tal como él ha prometido; dame la ciudad de Hebrón”.

Esto fue un acto audaz para un anciano como Caleb. La ciudad que escogió estaba habitada por el enemigo y era la más difícil de tomar. Él pudo haber escogido otro lugar rico que ya les pertenecía, pero Caleb a sus ochenta y cinco años de edad todavía tenía la misma fuerza, el mismo ánimo, y la misma voluntad de pelear con fe en Dios que él había mostrado cuando tenía sólo cuarenta años. Entonces Josué le dijo a Caleb: “Tendrás el territorio de Hebrón con todos sus gigantes si la conquistas con todos tus hombres”. Así que el soldado anciano juntó a todos sus hombres y marcharon a la ciudad de Hebrón donde Abraham, Isaac y Jacob estaban enterrados. Caleb conquistó a los gigantes aunque eran muy fuertes, y con la ayuda del Señor huyeron de Caleb y se fueron a las orillas del oeste de la tierra a vivir con los filisteos que vivían en esa región. Caleb, sus hijos y sus descendientes vivieron en la ciudad de Hebrón al sur de la tierra.

Más tarde, el Señor le mandó a Josué que dividiera la tierra entre las tribus. Dos tribus y media ya tenían lo que les pertenecía al este del Jordán, así que nueve y media tribus necesitaban su parte. A Judá que era una de las más grandes se le asignó el territorio montañoso al oeste del Mar Muerto, desde Hebrón a Jerusalén. A Simeón le tocó al sur rumbo al desierto, a Benjamín al noreste de Judá hacia el Jordán, y a Dan al noroeste hacia el Mediterráneo. La tierra de la tribu de Efraín estaba en medio del territorio cerca de la ciudad de Siquén entre las montañas Eban y Guerizín; allí fue donde Josué leyó las leyes al pueblo. Esta era uno de los mejores lugares del territorio el cual tenía muchos manantiales y la tierra era muy fértil. Y en esta misma tierra, enterraron los restos de su líder de mucho tiempo atrás, José; los habían guardado en un ataúd por más de cuarenta años desde que salieron de Egipto. Josué pertenecía a la tribu de Efraín y allí tenía su casa también. Al norte de Efraín desde el Jordán hasta el Mediterráneo, era el territorio de la otra mitad de la tribu de Manasés y Efraín. A José le pertenecían estas dos tribus, esa fue la promesa que Jacob le hizo a José antes de morir. La parte norte del territorio se dividió en cuatro tribus: Isacar al sur, Aser a la frontera occidental de la costa del mar Mediterráneo, Zabulón en medio de los montes, y a Neftalí le tocó al norte por el lago que más tarde se llamaría el Mar de Galilea. En ese tiempo el mar se llamaba Quinéret lo cual significa “arpa”, porque pensaban que el mar estaba formado como en un arpa.

Aunque todo el territorio ya estaba dividido, no habían conquistado toda la tierra. La mayoría de los cananeos aún vivían allí, los que vivían en la zona montañosa estaban bajo el control de los israelitas. Pero hacia el oeste del Mediterráneo, vivían los filisteos hombres muy fuertes; los israelitas no se habían encontrado en guerra con ellos todavía. La ocasión vendría cuando se enfrentarían a ellos en términos no muy favorables. Los cananeos estaban aún en control de algunas partes en la región montañosa. Años después de que Josué muriera, los cananeos conquistaron algunos territorios de los israelitas. Los hijos de Israel deseaban que sus antepasados hubieran destruido a los cananeos por completo antes que les hubieran quitado parte de la tierra.

Cuando Josué terminó de dividir la tierra, todas las tribus se esparcieron en sus nuevos hogares, la paz reinaba por todo el territorio. Hasta este punto, hemos llamado a esta tierra, “la tierra de Canaán”, pero de este punto en adelante se le empezó a llamar “la tierra de Israel” o “la tierra de las doce tribus”, la cual era su nuevo hogar.