Historias de la Biblia hebrea
EL REGALO QUE AOD LE TRAJO AL REY EGLÓN

Historia 43 – Jueces 1:1-3:31
Se podría pensar que con todo lo que Dios había hecho por los israelitas, y con todas las promesas que hicieron de servirle fielmente, no se desviarían a ídolos que no podían salvar a nadie, ni a los cananeos. Sin embargo, cuando ya Josué había muerto y toda la generación que lo conocía ya no estaba presente; las nuevas generaciones comenzaron a adorar imágenes de piedra y madera y se olvidaron de su Dios. Como según se sabe, en el medio donde vivían los israelitas, ellos eran los únicos en el mundo que no adoraban a ídolos. Todas las naciones a su alrededor como los egipcios, de los cuales habían quedado libres, los edomitas en el sur, los moabitas en el este, los filisteos en el oeste cerca del Mediterráneo; todas estas naciones se arrodillaban a imágenes y hasta muchos de ellos sacrificaban a sus propios hijos en los altares.

Como también has de recordar, los cananeos aún vivían en la tierra de los israelitas, y tenían sus imágenes e ídolos por todas partes; bajo árboles y en lugares altos. Así que los israelitas no tenían más remedio, ya que veían a su alrededor personas que adoraban a imágenes y ellos no tenían a un Dios que pudieran ver. El santuario estaba muy retirado para muchos de ellos, y atareados con las tareas diarias, no tenían tiempo de ir a adorar. Así que con todo esto, poco a poco empezaron a descuidar el culto a su Dios, les era más fácil adorar imágenes que veían a todo su alrededor. Empezaron a adorar ídolos y de ahí se fueron para abajo hasta que llegaron a hacer muchas cosas malvadas, y Dios los dejaba que sufrieran. Sus enemigos vinieron a dominarlos de tierras cercanas, y como Dios no estaba con ellos, era muy fácil de que estuvieran al dominio de los enemigos. Los dejaron en la pobreza y les quitaron sus cosechas.

Después que habían sufrido por un buen rato, los israelitas se ponían a pensar en todo lo que Dios había hecho por ellos anteriormente. Cada que se alejaban de Dios y adoraban a ídolos, invocaban su nombre, y Dios los escuchaba. Les mandaba un líder que los sacara del hoyo en que estaban dándoles libertad nuevamente. A dicho líder se le llamaba “juez”, y a través de él podían seguir adorando a Dios y otra vez Dios los bendecía con éxito. Mientras que el juez estaba con ellos dirigiéndolos, el pueblo adoraba a Dios, pero una vez que el juez se moría, se regresaban nuevamente a la adoración de ídolos, y el enemigo venía a apoderarse ellos como había pasado antes, hasta que Dios les mandaba otro juez para que los librara. Y así, esto pasó repetidamente por doscientos años después de la muerte de Josué. Siete naciones gobernaron a Israel, después de cada “opresión” un “libertador” venía a rescatarlos. Los ídolos que los israelitas adoraban más eran Baal y Aserá. Baal era una imagen que parecía como un hombre; y Aserá era en forma de una mujer. Los cananeos habían puesto imágenes en las colinas y en las arboledas, y los israelitas se arrodillaban ante ellas.

La primera nación que vino en contra de los israelitas fue la gente de Mesopotamia, entre los ríos Éufrates y Tigris en el norte. El rey mandó su ejército para conquistarlos y por ocho años los israelitas le sirvieron. Después aclamaron al Señor y él les mandó Otoniel, el hermano menor de Caleb. Otoniel fue el primer juez de Israel; los libró de Mesopotamia y bajo su liderazgo, Israel vivió fiel al Señor. Pero después que Otoniel murió, el pueblo empezó a adorar imágenes otra vez, y cayeron bajo el poder de sus enemigos. Esta vez eran los moabitas, ellos vinieron del este del Mar Muerto. El rey era Eglón, un líder muy duro y cruel con los israelitas. Nuevamente clamaron al Señor, y él les mandó el libertador Aod de la tribu de Benjamín. Un día, Aod vino a visitar al rey Eglón y le dijo: “Mi gente le ha mandado un regalo, permítame pasar al palacio a verlo”. Y lo dejaron entrar al palacio, y le dio al rey su regalo y se salió. Después regresó y dijo: “Tengo un mensaje secreto para el rey, nadie puede oír. Permítanme ver al rey a solas”.

Y como le había llevado un regalo y no estaba armado con su espada, pensaron que era amigo del rey. Pero Aod era surdo, así que llevaba su espada filosa como un puñal que él mismo había hecho, y la tenía en el lado izquierdo escondida bajo su manto. Entró en donde el rey Eglón estaba solo y le dijo: “Tengo un mensaje de Dios para usted”. Cuando el rey se levantó de su trono, Aod extendió la mano izquierda, sacó la espada y se la enterró. El rey no hizo ningún ruido y Aod salió por la puerta trasera. Cuando ya Aod se había ido, llegaron los sirvientes del rey pero pensaron que estaba durmiendo, pero cuando se dieron cuenta que estaba muerto, Aod ya estaba lejos. Aod tocó la trompeta para llamar a los israelitas se y dirigieron contra los moabitas. No podían hacer nada sin su rey, Aod y sus hombres los echaron en corrida fácilmente y quedaron libres una vez más. Aod fue el segundo juez en Israel, y con él a cargo, por muchos años disfrutaron de libertad.

Los siguientes enemigos de Israel fueron los filisteos, que vivían al oeste en la costa del Mediterráneo. Samgar, el tercer juez de Israel derrotó a los filisteos junto con unos campesinos, y así los detuvo de gobernar a Israel.