Historias de la Biblia hebrea
EL ÍDOLO EN EL TEMPLO DE DAN Y SU SACERDOTE

Historia 48 – Jueces 17:1-18:31
En el tiempo que lo jueces gobernaban en Israel, en la región montañosa de Efraín cerca del camino que corre de norte a sur, había un hombre llamado Micaías. Su mamá estaba viviendo con él y se dio cuenta que alguien le había robado una cantidad grande de dinero. Después de algún tiempo se descubrió que Micaías fue el que le había robado el dinero, y le dijo a su madre: “Con respecto al dinero que se te perdió, yo me lo robé”. Su madre le dijo: “¡Que el Señor te bendiga, hijo mío por habérmelo regresado! Este dinero será para el Señor, te lo devuelvo para que lo pongas al servicio del Señor”.

Pero en vez de llevar el dinero al santuario del Señor en Siló, Micaías lo usó para hacer dos imágenes de plata: una imagen tallada y un ídolo de fundición que fueron puestos en la casa de Micaías para adorarlos. Consagró a uno de sus hijos como sacerdote y así convirtió su casa en un templo para el ídolo.

Un joven que estaba viajando, pasó por la casa de Micaías y por la ropa que el joven traía, Micaías se dio cuenta que era un sacerdote de la tribu de Leví, ya que los de esa tribu eran sacerdotes. Micaías le preguntó: “¿De dónde vienes y quién eres?” El joven le contestó: “Soy levita de Belén de Judá, y estoy buscando un lugar donde vivir”. Micaías le contestó: “Vive conmigo, y sé mi padre y sacerdote; yo te daré diez monedas de plata al año, además de ropa y comida”. El joven levita aceptó quedarse a vivir con él, y fue para Micaías como uno de sus hijos. Y Micaías dijo: “Ahora sé que el Señor me hará prosperar, porque tengo a un levita como sacerdote”. La gente en Israel había olvidado que Dios no aceptaba a ídolos, sino que quería que lo adoraran solamente a él.

La tribu de Dan estaba viviendo en medio de los filisteos y de la tribu de Benjamín, al sur estaba Judá y Efraín al norte. Los filisteos los estaban presionando tanto que querían encontrar otro lugar donde vivir en paz. Así que mandaron a cinco espías para que fueran alrededor de la tierra a encontrar un lugar donde la tribu pudiera vivir. Los hombres llegaron hasta la casa de Micaías donde pasaron la noche, ya que era la costumbre de hospedar a los viajeros. Estos hombres de la tribu de Dan, entraron a la casa y reconocieron la voz del joven levita, y le preguntaron cómo era que había llegado allí. El joven les contó lo que Micaías había hecho por él y cómo lo había contratado para que fuera el sacerdote. Los llevó al templo y les enseñó las imágenes y el altar, y allí ofreció un sacrificio y oró por ellos. Los cinco hombres se fueron de la casa de Micaías y recorrieron las tribus del norte cerca de una de las montañas donde empieza el río Jordán. Allí encontraron una ciudad pequeña llamada Lais, sus habitantes no eran israelitas, eran sidonios. Los danitas se dieron cuenta que los habitantes vivían lejos de los sidonios y no se relacionaban con nadie más.

Cuando regresaron con su gente, junto del país de los filisteos, trajeron un reporte de su viaje diciendo: “Hemos visto en el norte una tierra excelente. Es una tierra espaciosa, fértil y con suficiente agua. ¡Vamos y tomemos esta tierra para hacer nuestros hogares!” Y una gran parte de la tribu de Dan con sus esposas y niños subieron a dicha tierra. Fueron preparados con espadas y armas, listos para pelear. Pasaron junto de la casa de Micaías y uno de los cinco espías dijo: “¿Saben que en una de esas casas tienen un altar con una imagen tallada y un ídolo de fundición de plata? Ahora bien, ustedes sabrán qué hacer”.

Los cinco hombres entraron al templo de Micaías mientras que los seiscientos danitas armados para la batalla se quedaron haciendo guardia en la entrada. Estaban a punto de llevarse las dos imágenes cuando el levita les dijo: “¿Qué están haciendo?” Y los hombres le respondieron: “¡Silencio! No digas ni una sola palabra. Ven con nosotros, y serás nuestro padre y sacerdote. ¿No crees que es mejor ser sacerdote de toda una tribu y de un clan de Israel, que de la familia de un solo hombre?” El sacerdote se alegró y tomó las imágenes y se fue con la gente de Dan. Cuando Micaías notó que habían robado su templo y las imágenes, persiguió a los danitas. Finalmente los alcanzó y ellos le dijeron: “¿Qué te sucede, por qué estás gritando?” Micaías les respondió: “Ustedes se llevaron a mis dioses, que yo mismo hice, y también se llevaron a mi sacerdote y luego se fueron. ¡Y todavía se atreven a preguntarme qué me sucede!” Los danitas respondieron: “No nos levantes la voz, no sea que algunos de los nuestros pierdan la cabeza y te ataquen, y tú y tu familia pierdan la vida”.

Micaías viendo que eran demasiado fuertes para él, se dio la vuelta y regresó a su casa sin su sacerdote y sin sus imágenes. Los danitas subieron a la ciudad de Lais hacia el norte. La tomaron y mataron a todos sus habitantes. Reconstruyeron la ciudad y le dieron el nombre de Dan, como su tribu. En Dan construyeron un templo y pusieron las imágenes, y el levita se convirtió en su sacerdote.

La parte más extraña de esta historia, es que el levita era el nieto de Moisés, el gran hombre de Dios, el profeta. Los israelitas cayeron muy bajo en pecado, tanto fue que hasta el nieto de Moisés se convirtió en el sacerdote de un templo de ídolos.

En este tiempo la casa de Dios estaba en Siló; mientras tanto, todos esos años en Dan tenían un templo de ídolos con una lista larga de sacerdotes descendientes de Moisés que adoraban y ofrecían holocaustos a imágenes. El templo de los ídolos en Dan estaba más cerca a la parte norte en comparación con el santuario del Señor en Siló; y muchos de los que vivían en el norte iban a adorar en el templo de los ídolos. Y así los hijos de Israel se alejaron de Dios para servir a ídolos, esto no le complació a Dios.