Historias de la Biblia hebrea
CÓMO LAS DIEZ TRIBUS SE PERDIERON

Historia 91 – 2 Reyes 15:8-17:41
El poder y paz que Judá disfrutaba bajo el poder de Jeroboán II, no duró después de su muerte. Su gran reino se hizo pedazos, y su hijo Zacarías reinó tan sólo por seis meses. Salún lo mató en presencia de su gente, y así Salún tomó le trono. Pero un mes después de estar en el trono, Menajem lo mató, y él tomó el trono. Menajem reinó por diez años con mucha maldad y sufrimiento para la tierra; pues Asiria se robó las riquezas de Israel. En seguida vino Pecajías quien fue asesinado por Pecaj, Y Pecaj fue asesinado por Oseas. De manera que todos estos reyes de Israel tomaron el trono a la fuerza y matando el uno al otro. La tierra estaba sin esperanza ya que sus enemigos los sirios de Nínive habían ganado victorias; se llevaron a muchos como prisioneros y saquearon lo que quedaba. Todo este desastre les vino a los israelitas por haber abandonado a Dios el Señor y haber adorado imágenes.

Oseas fue el último rey de las diez tribus, las cuales tuvieron diecinueve reyes en total, de Jeroboán a Oseas. En los tiempos de Oseas, Salmanasar, rey de Asiria, atacó a Samaria; puso sitio contra la ciudad, pero la ciudad estaba en un monte por lo cual era difícil de atacar. El sitio duró tres años y antes que terminaran, Salmanasar, rey de Asiria, murió; y Sargón, un guerrero valiente reinó en su lugar. Sargón tomó a Samaria y mató a Oseas, el último rey de Israel. Se llevó cautiva a la mayoría de la gente a países lejanos en el este, como Mesopotamia, Media y las tierras cerca del mar Caspio. Sargón hizo esto para mantener a los israelitas bajo su yugo.

Los hijos de Israel se habían olvidado del Señor en su propia tierra y empezaron a adorar ídolos, y cuando fueron enviados a estas tierras distantes, comenzaron a adorar a los dioses de dichas tierras. Se olvidaron de ser israelitas y se casaron con la gente de esas tierras. Después de un tiempo, se olvidaron por completo de su Dios que les había dado su palabra y enviado a sus profetas. Así desaparecieron las diez tribus de Israel. Nunca regresaron a su propia tierra, y se esparcieron entre la gente del este.

Una parte muy pequeña del pueblo de Israel se quedó en su propia tierra. El rey de Asiria trajo gente de otros países a la tierra de Israel. Pero era muy poca gente para que llenaran la tierra y para que la cuidaran. Como resultado, se incrementó la cantidad de bestias salvajes en la región; y las personas que vivían en los valles y en las montañas, eran atacadas a muerte por leones. La gente pensó que esto era porque no adoraban al Dios de esa tierra, por eso fueron al rey de Asiria diciéndole: “Mándenos un sacerdote para que nos enseñe del Dios al que le pertenece esta tierra. Pues nos ha enviado leones para destruirnos”.

Ellos pensaban que cada tierra tenía su propio dios; así como los filisteos adoraban a Dagón, y los moabitas adoraban a Quimón, mientras otros adoraban a Baal y Aserá. No sabían que sólo hay un Dios verdadero que gobierna todo el mundo y que él es el único que debe ser adorado por todo hombre. Y el rey de Asiria mandó a uno de los sacerdotes de los israelitas; y el sacerdote trató de enseñarles cómo adorar al Señor. Sin embargo, se confundieron y mezclaron la adoración de ídolos con la adoración de Dios; no servían solamente al Señor como él quería que lo adoraran.

Después, a esta gente se le dio el nombre de samaritanos, de la ciudad principal, Samaria. Luego hicieron un templo en el monte Gerizim cerca de la ciudad de Siquén.