Historias de la Biblia hebrea
UN JARDIN HERMOSO
Historia 1 – Génesis 1:1-3:24
Este mundo redondo donde vivimos es tan viejo que nadie sabe cuándo fue creado. Mucho más antes que hubiera el sol, la luna y la tierra, Dios estaba vivo, ya que él nunca empezó a ser, siempre ha sido y estado. Hace mucho tiempo, Dios habló y los cielos y la tierra empezaron, pero la tierra no era hermosa como hoy; no tenía montañas, valles, ríos, océanos, árboles ni flores. Solo había tierra y agua junta en una gran masa. Toda la tierra estaba más obscura que la noche, no había ninguna luz. Nadie podía respirar el aire de este lugar, ningún animal podía caminar sobre esta tierra, y ningún pez podía nadar en el océano tan obscuro; no había vida en la fase de la tierra.
La obscuridad cubría la tierra, Dios dijo “Que exista la luz”, y la luz empezó apareciéndose en el mundo. Una parte tenía luz y la otra estaba obscura, como hoy en día; y Dios llamó a la obscuridad “noche” y a la luz le llamó “día”. Ese fue el primer día en la tierra después de una larga noche. Luego, a la voz de Dios las nubes alrededor de la tierra empezaron a separarse, y había un gran espacio, separó las aguas que estaban abajo, de las aguas que estaban arriba. Se formó un arco arriba de la tierra y Dios le llamó “cielo”. La noche y la mañana hicieron el segundo día. Y Dios dijo: “¡Que las aguas debajo del cielo se reúnan en un solo lugar y que aparezca lo seco!” Y así pasó. A lo seco Dios lo llamó “tierra”, y al conjunto de aguas lo llamó “mar”. Y Dios consideró que esto era bueno.
Y dijo Dios: “¡Que haya vegetación sobre la tierra; que ésta produzca hierbas que den semilla, y árboles que den su fruto con semilla, todo según su especie!” Y así sucedió. Comenzó a brotar la vegetación: hierbas que dan semilla, y árboles que dan su fruto con su semilla. Así, Dios hizo el tercer día.
Y dijo Dios: “¡Que haya luces en el firmamento que separen el día de la noche; que sirvan como señales de la estaciones, de los días y de los años, y que brillen en el firmamento para iluminar la tierra!” Y sucedió así y Dios hizo el cuarto día.
Y dijo Dios: “¡Que se llenen las aguas de seres vivientes, y que vuelen las aves sobre la tierra a lo largo del firmamento!” Y creó Dios los animales marinos, y todos los seres vivientes que se mueven y nadan en las aguas y todas las aves. Y así, Dios hizo el quinto día.
Y dijo Dios: “¡Que produzca la tierra seres vivientes: animales domésticos, animales salvajes, y reptiles, según su especie!” Y los bosques y la tierra comenzaron a tener vida con animales de toda clase. La tierra empezaba a verse más hermosa con todos sus pastos, flores de colores, el cántico de los pajaritos, y muchos animales por toda la tierra. Pero, no había gente en el mundo; no había ciudades, no casas, no niños que estuvieran colgándose en los árboles. El mundo estaba listo para que el hombre y la mujer lo disfrutaran; así que dijo Dios: “Haré al hombre, será muy diferente de los animales; él resaltará y tendrá un alma; será a mi semejanza, y reinará sobre toda la tierra y todo lo que hay en ella”. Así que Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente. El hombre que Dios había creado tendría un hogar, Dios puso un hermoso jardín en la tierra en medio de donde cuatro ríos pasaban. En vez de ser un jardín era como un parque, por lo grande que era, tenía muchos kilómetros en todas direcciones. En este parque, Dios plantó árboles, hizo crecer el pasto y flores empezaron a florecer, a este se le llamó “El jardín del Edén”. En uno de los lenguajes de la Biblia, la palabra “jardín” o “parque”, se parece a la palabra “paraíso”, al jardín del Edén se le conocía como “paraíso”. Dios le dijo al hombre que había creado, que cuidara el jardín y que comiera del fruto que daba los árboles en éste. Dios le llamó al hombre “Adán”; Dios le trajo a los animales para que le diera nombre a cada uno de ellos.
Adán estaba solo en el hermoso jardín, y dijo Dios: “No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada”. Entonces Dios hizo que el hombre cayera en un sueño profundo y, mientras este dormía, le sacó una costilla y le cerró la herida. De la costilla Dios hizo una mujer y se la presentó al hombre, el cual la llamó “Eva”. Adán y Eva se querían mucho y juntos eran muy felices en el jardín que Dios les había dado como hogar. En seis días el Señor Dios hizo los cielos y la tierra, y el mar y todo lo que hay en ellos. En el séptimo día, Dios descansó del trabajo que había hecho.
Por un tiempo, no se sabe cuánto, Adán y Eva estaban en paz en el jardín. Respetaban y hacían todo lo que Dios les decía, hablaban con él como a un padre o amigo; no sabían hacer lo malo. Era necesario para Adán y Eva entender que debían obedecer todo lo que Dios les dijera. Dios les dijo: “Pueden comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no deberán comer; el día que coman, morirán”. Veremos muy pronto cómo Dios no quiso decir que morirían al momento de comer el fruto prohibido.
De todos los animales el en jardín, la serpiente vino a Eva y le dijo: “¿Es verdad que Dios les dijo que no comieran de ningún árbol que está en el jardín?” Eva dijo – Podemos comer del fruto de todos los árboles, pero en cuanto al fruto del árbol en medio del jardín, Dios nos ha dicho que si comemos de ese árbol, moriremos. La serpiente dijo: “¡No es cierto, no van a morir! Dios sabe muy bien que, cuando coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y llegarán a ser como Dios, conocedores del bien y del mal”. Eva le hizo caso a la serpiente y después vio el fruto en el árbol; pensó lo delicioso que sabría y la sabiduría que tendría. Le encantaría probarlo aunque Dios le había dicho que no. Así que tomó el fruto y comió, luego le dio a su esposo, y él también comió.
Adán y Eva sabían que habían desobedecido las palabras de Dios, así que por primera vez tenían miedo de ver a Dios; trataron de esconderse de él entres los árboles del jardín. Pero el Señor Dios le llamó: “¿Dónde estás?” –Adán contestó: –Escuché que andabas por el jardín, tuve miedo y me escondí. Dios le preguntó: – ¿Por qué tienes miedo de verme; acaso has comido del fruto del árbol que yo te prohibí comer? Él contestó: –La mujer que me diste por compañera me dio de ese fruto, y yo lo comí. Entonces Dios el Señor le preguntó a la mujer: – ¿Qué has hecho? –La serpiente me engañó y me dijo que nada me iba a pasar, y comí, –contestó ella. Dios el Señor dijo entonces a la serpiente: “Porque hiciste que Adán y Eva me desobedecieran, no caminarás más como cualquier otro animal; te arrastrarás en tu estómago y comerás polvo todos los días de tu vida. Odiarás a la mujer y la mujer te odiará. Tratarás de matar a sus hijos y los hijos de sus hijos para siempre, y ellos tratarán de matarte”. Y el Señor Dios le dijo a la mujer: “Porque hiciste que tu esposo me desobedeciera, sufrirás con dolor y problemas todos los días de tu vida”. Y Dios le dijo a Adán: “Porque le hiciste caso a tu mujer cuando te dijo lo malo, tú también sufrirás. Con penosos trabajos comerás de la tierra todos los días de tu vida. La tierra te producirá cardos y espinas, y comerás hierbas silvestres. Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste sacado. Porque polvo eres, y al polvo volverás”.
Dios sacó a Adán y Eva del hermoso jardín del Edén por haberlo desobedecido, el cuál Dios les había dado como su hogar. Los envió en el mundo y puso ángeles a la entrada del jardín con espadas con fuego para protegerlo. Adán y su mujer perdieron la entrada al jardín, y de ahí en adelante nadie ha podido entrar al hermoso jardín.