Historias de la Biblia hebrea
PROBLEMAS Y BENDICIONES

Historia 6 – Génesis 14:1-15:21
Así que Lot vivía en Sodoma y Abram vivía en las montañas de Canaán. En ese entonces el valle del Jordán, (cerca del Mar Muerto), lo rodeaban cinco ciudades; dos de ellas eran Sodoma y Gomorra. Cada una de las cinco ciudades tenía su propio rey, pero todos esos reyes pequeños con sus reinos pequeños eran muy inferiores, y estaban bajo el dominio de un gran rey, el cual vivía muy lejos de Caldea, (la tierra de donde Abram era). Este rey reinaba todas las tierras lejanas y cercanas. Después de un tiempo, los reyes pequeños del valle no le hacían caso al gran rey; así que el rey les declaró la guerra. La batalla ocurrió no muy lejos de Sodoma. Los reyes de Sodoma y Gomorra fueron derrotados perdiendo la vida de todos sus soldados. El rey que había ganado la victoria saqueó todos los bienes de Sodoma y tomaron presos a la gente con la intención de hacerlos esclavos. En esos tiempos, el que ganaba la batalla se llevaba todos los bienes de la ciudad y toda la gente para hacerlos esclavos. Lot fue uno de los muchos que se llevaron con todas sus posesiones. Se los llevaron del valle de Sodoma sin parar hasta que llegaron a la cabecera del río Jordán, (más tarde a este lugar se le llamaría Dan). Así que toda la ambición de Lot en escoger el mejor lugar no le sirvió de nada, ¡y ahora se encontraba en prisión y en esclavitud!

Uno de los que habían escapado informó todo esto a Abram que estaba acampando junto al encinar cerca de Hebrón. En cuanto Abram supo lo que le había pasado a su sobrino, juntó a todos los hombres, sus siervos, pastores, su gente y sus amigos para perseguir a los enemigos que se habían llevado a Lot cautivo. Se fueron de prisa hasta que por fin encontraron en Dan, por el río Jordán, a todos los prisioneros y todos los bienes. Durante la noche, en lo que dormían, Abram y sus hombres unieron fuerzas y los derrotaron. Los soldados huyeron a las montañas dejando todo atrás. Así, Abram no solo recuperó todos los bienes, rescató a su sobrino Lot junto con sus posesiones, y las mujeres, sino que también rescató a toda la gente de Sodoma. El rey de Sodoma salió a su encuentro con Abram cerca de la ciudad de Jerusalén, la cual después se le llamó “El valle del Rey”, con él vino también Melquisedec, el rey de Jerusalén, en ese entonces llamada Salén. Melquisedec no era como los otros reyes de su tiempo, él como Abram, adoraba a Dios también. Luego bendijo a Abram con estas palabras: “¡Que el Dios altísimo creador del cielo y la tierra, bendiga a Abram! ¡Bendito sea el Dios altísimo, que entregó en tus manos a tus enemigos!” Entonces Abram le ofreció al rey diez por ciento de todo lo que recuperó, y no aceptó ningún pago por haberlos salvado.

Con todo lo que había pasado, se creería que Lot no hubiera regresado a esa cuidad jamás. Sin embargo, no fue así, se regresó a Sodoma y la hizo su hogar nuevamente, quizá su corazón estaba triste de ver toda la maldad de la ciudad, pero allí se quedó. Después que Abram regresó a su campamento junto al encinar en Hebrón, Dios le habló diciendo: “No temas, Abram. Yo soy tu escudo, y muy grande será tu recompensa por servirme.” Pero Abram le contestó:  –Señor y Dios, ¿para qué vas a darme algo, si aún sigo sin tener hijos, y el heredero de mis bienes será mi siervo, (Génesis 15)? Aunque Abram tenía mucha familia a su alrededor y muchos siervos, no tenía un hijo propio; él y Saray ya eran viejos para tener hijos. Luego Dios le dijo: “El que heredará tus bienes, no será un extraño, sino que será tu propio hijo”. Entonces el Señor lo llevó afuera bajo el cielo, y le dijo: “Mira hacia el cielo y cuenta las estrellas, a ver si puedes. ¡Así de numerosa será tu descendencia!” Abram no pudo entender en ese momento cómo Dios iba a guardar su promesa, pero él creyó en Dios y no dudó el él. Se puede ver fácilmente que la promesa se hizo realidad ya que los israelitas en la historia de la Biblia y los judíos de todas partes del mundo vienen de Abram. Y Dios amó a Abram porque creyó en su promesa.

Al anochecer, Dios le habló a Abram otra vez y le dijo muchas cosas que tenían que suceder. Dios le dijo: “Cuando tu vida haya terminado, tus descendientes vivirán como extranjeros en tierra extraña, donde serán esclavizados y maltratados durante cuatrocientos años, luego tus descendientes saldrán en libertad y regresaran a esta tierra y la harán su hogar. Todo esto pasará después que tu vida termine aquí, morirás en paz y te enterrarán cuando ya seas muy anciano. Toda esta tierra donde vives ahora, le pertenecerá a tu pueblo”.

Para que Abram no olvidara la promesa, Dios le dijo que sacrificara una ternera, una cabra, un carnero, también una tórtola y un pichón. Abram los partió por la mitad y puso la mitad en frente de la otra. Cuando el sol se puso y cayó la noche, aparecieron una hornilla humeante y una antorcha encendida, las cuales pasaban entre los animales despedazados; así se hizo la promesa entre Dios y Abram. Dios le prometió darle un hijo, un pueblo y una tierra, y Abram prometió servirle fielmente. A este tipo de promesa hecha entre dos personas, se le llamaba “pacto”; y este era el pacto de Dios con Abram.