Historias de la Biblia hebrea
LA HISTORIA DE UN VUAJE PARA ENCONTRAR UNA ESPOSA

Historia 11 – Génesis 24:1-25:18
Después que Sara había muerto, su hijo Isaac estaba muy solo, ya estaba en edad de casarse. Abraham estaba buscando una esposa para su hijo; en ese entonces, los padres se encargaban de hacer eso. Abraham no quería que su hijo se casara con una nativa del país donde él estaba viviendo porque allí se adoraban a ídolos, y él quería que sus nietos supieran del Señor.

¿Recuerdas la historia cinco? Abraham hizo su largo viaje al norte de la tierra de Canaán, y se quedó en Jarán, Mesopotamia entre los ríos Tigris y Éufrates. Cuando Abraham se fue de Jarán, su hermano Najor se quedó a vivir allí con su familia. Najor y su familia adoraban a Dios como Abraham lo hacía. Abraham pensó que sería bueno encontrar a una esposa para Isaac allí. Abraham no podía dejar su casa para ir a Jarán, Mesopotamia en busca de la esposa, así que mandó llamar a su criado más antiguo de su casa. Esta persona era de confianza, cuidaba de los rebaños y el ganado de Abraham, y estaba a cargo de otros criados. Y Abraham lo mandó a Harán para que encontrara una esposa para Isaac.

Caía la tarde cuando el criado de Abraham llegó a la muralla de la ciudad de Najor, y era la hora cuando las mujeres salían a sacar el agua del pozo. Entonces el criado comenzó a orar: –Señor, Dios permite que la joven a quien le diga: “Por favor, baje usted su cántaro para que tome yo un poco de agua”, y que me conteste: “Tome usted, y además les daré agua a sus camellos”, sea la que tú has elegido para tu siervo Isaac. Así estaré seguro de que tú has demostrado el amor que le tienes a mi amo”. Aún no había terminado de orar cuando vio que se acercaba Rebeca, con su cántaro al hombro. Cuando el criado la vio, corrió a su encuentro y le dijo: – ¿Podría usted darme un poco de agua de su cántaro? –Sírvase, mi señor –le contestó. Y en seguida bajó el cántaro y, sosteniéndolo entre sus manos, le dio de beber. –Voy también a sacar agua para que sus camellos beban todo lo que quieran. El criado de Abraham la vio y se preguntó si ella debía de ser la esposa de Isaac, y le preguntó: “¿Podría usted decirme de quien es hija, y si habrá lugar en la casa de su padre para hospedarnos?” El criado le dio un anillo y dos pulseras, y la muchacha hermosa, cuyo nombre era Rebeca, respondió: “Soy hija de Betuel, el hijo de Najor. No sólo tenemos lugar para ustedes, sino que también tememos paja para los camellos.

Entonces el hombre se arrodilló y adoró al Señor por haberle contestado su oración. Rebeca corrió hasta la casa de su familia, y allí contó lo que le había sucedido, y les enseñó sus regalos que el criado le había dado. El hermano de Rebeca, Labán salió corriendo al encuentro del criado y lo invitó a la casa. En seguida Labán se encargó de los hombres y de los camellos; les trajo agua para que se lavaran los pies, pues esa era la costumbre de esa tierra ya que no usaban zapatos, sino que sandalias. Cuando le sirvieron de comer, el criado dijo: “No comeré hasta haberles dicho lo que tengo que decir”. Y así les dijo que era el criado de confianza de Abraham, y el propósito de su visita. Les dijo de las riquezas de Abraham y cómo lo había mandado a Jarán para encontrar una esposa para su hijo Isaac. Les dijo de la oración que Dios le contestó al ver a Rebeca sacando agua. Y de esa manera les pidió permiso para que Rebeca se convirtiera en la esposa de Isaac. Después que oyeron la historia del criado, Labán hermano de Rebeca y Betuel su padre, respondieron: “Sin duda todo esto proviene del Señor, y nosotros no podemos oponernos. Aquí está Rebeca; tómela usted y llévesela para que sea la esposa del hijo de su amo, tal como el Señor lo ha dispuesto”. El criado les dio regalos a Rebeca, a su mamá y a su hermano. Esa noche tuvieron un festejo para celebrar la ocasión alegre. A la mañana siguiente, cuando se levantaron, el criado dijo: –Déjenme ir a la casa de mi amo. Pero ellos dijeron: –Que se quede la joven con nosotros unos diez días, y luego podrás irte. El criado respondió: – No me detengan. El Señor ha prosperado mi viaje, así que déjenme ir a la casa de mi amo. Y llamaron a Rebeca y le preguntaron: – ¿Quieres irte con este hombre? Y ella dijo que sí.

Entonces el criado de Abraham se llevó con él a Rebeca y su familia los despidió dándoles bendiciones y deseándoles buen camino. Después de un largo viaje, finalmente llegaron al lugar donde Isaac y Abraham vivían. En cuanto Isaac vio a Rebeca, la amó, y la tomó por su esposa; se fueron fieles y vivieron felices. Pasado un tiempo, Abraham habiendo siendo un gran hombre bueno, murió a la edad de ciento setenta y cinco años. Isaac e Ismael sepultaron a su padre en la misma cueva donde Sara estaba enterrada, en Hebrón. Isaac siendo un hombre callado y de paz, se convirtió en el dueño de todas las riquezas que su padre Abraham le había dejado.