Historias de la Biblia hebrea
EL REY JOVEN SABIO
Historia 71 – I Reyes 3:1-4; 2 Crónicas 1:1-13
Salomón era un muchacho de como veinte años de edad cuando lo nombraron rey, y en sus hombros tenía la gran carga de dirigir a toda una tierra. Su reino abarcaba más de las doce tribus de Dan a Berseba. En el norte reinaba en Siria, desde el Monte Hemón hasta la tierra de Edom, y hasta el desierto por el cual los israelitas acamparon por muchos años. Los filisteos que estaban al suroeste junto del Mar Mediterráneo, ya habían sido conquistados y eran parte de Israel. No había necesidad de guerras como la había tenido David, sino que por todos lados reinaba la paz con Salomón en el trono.
Cuando Salomón fue nombrado rey, fue unos kilómetros de Jerusalén a Gabaón, allí estaba el altar del Señor en lo que se construía el Templo. En ese lugar, Salomón ofreció holocaustos y adoró al Señor Dios de Israel. Entonces se le apareció el Señor y le dijo: “Pídeme lo que quieras y te lo daré”. Y Salomón le respondió: “Tú trataste con mucho amor a tu siervo David, mi padre. Y, como hoy se puede ver, has reafirmado tu gran amor al concederle que su hijo suyo lo suceda en el trono. No soy más que un muchacho, y apenas sé cómo comportarme. Sin embargo, aquí estoy tratando de dirigir a toda esta gente tan numerosa que es imposible controlarla. Yo te ruego que le des a tu siervo sabiduría y conocimiento para gobernar a tu pueblo y para distinguir entre el bien y el mal”.
Al Señor le agradó que Salomón hubiera hecho esa petición, de modo que le dijo: “Como has pedido esto, y no larga vida ni riquezas para ti, ni has pedido la muerte de tus enemigos sino sabiduría para gobernar con justicia, voy a concederte lo que has pedido. Te daré un corazón sabio y prudente, como nadie antes de ti lo ha tenido ni lo tendrá después. Además, aunque no me lo has pedido, te daré muchas riquezas y esplendor. Si andas por mis sendas y obedeces mis decretos y mandamientos, como lo hizo tu padre David, te daré una larga vida”. Cuando Salomón despertó y se dio cuenta que había sido un sueño. Pero su sueño se hizo realidad, ya que Dios le dio a Salomón todo lo que le había prometido: sabiduría, riquezas, honor, poder y una larga vida.
Después de esto, Salomón demostró que de verdad era sabio cuando dos mujeres se presentaron ante él con dos bebes; uno estaba muerto y el otro estaba vivo. Cuando una de ellas alegaba ser la madre del bebe que estaba vivo. Una de las mujeres le dijo al rey: “Su Majestad, esta mujer y yo estábamos durmiendo en la misma cama con nuestros bebes. Y en lo que ella estaba dormida se encimó en su bebe y él murió; después cambio a mi bebe por el de ella en lo que yo dormía. Pero al clarear el día, lo observé bien y pude ver que no era el hijo que yo había dado a luz. Ella dice que éste es el mío, y el que vive es de ella. Su Majestad, por favor ordénele que me regrese a mi bebe”.
La otra mujer exclamó: “¡No es cierto! ¡El niño que está vivo es el mío, y el muerto es tuyo!” Y se pusieron a discutir delante del rey: “Tráiganme una espada”. Cuando se la trajeron, dijo: “Partan en dos al bebe que está vivo, y denle una mitad a ésta y la otra mitad a aquélla”. La verdadera madre, angustiada por su hijo, le dijo al rey: “¡Por favor, Su Majestad! ¡Dele usted a ella el niño que está vivo, pero no lo mate!” En cambio la otra exclamó: “¡Ni para mí ni para ti! ¡Que lo partan!” Entonces el rey ordenó: “No lo maten. Entréguenle a la primera el niño que está vivo, pues ella es la madre”. Cuando todos oyeron esto, se maravillaron de la sabiduría de alguien tan joven, y vieron que tenía sabiduría de Dios para hacer justicia.
Y Salomón escogió algunos de los grandes hombres que le habían servido a su padre David, pues Salomón quería que estuvieran con él. Entre ellos estaba Benaías hijo de Joyadá; él fue uno de los que estaba con David cuando tuvo que esconderse de Saúl. En ese entonces aunque Benaías era tan solo un joven hizo una obra muy valiente, cuando en un hoyo encontró a un león, se lanzó en el hoyo y lo mató. Este acto de valentía lo hizo famoso, ya que muy poca gente se animaría a estar cerca de un león con armas usadas en esos tiempos. Este hombre ya no era tan joven cuando estaba con Salomón, sin embargo, por su fuerza que aún tenía, Salomón lo puso en un cargo muy alto en su guardia.