Historias de la Biblia hebrea
UN MANANTIAL SALADO Y AGUA QUE PARECÍA SANGRE

Historia 83 – 2 Reyes 2:19-3:27
Después que se llevaron a Elías al cielo, Eliseo se quedó un tiempo en Jericó. Elías vivía en el desierto, apartado de la gente, pero Eliseo vivía en ciudades y ayudaba a mucha gente con el poder que el Señor le daba.

Luego, los habitantes de Jericó le dijeron a Eliseo: “Como usted puede ver, nuestra ciudad está bien ubicada, pero el agua es mala, y sus manantiales saben amargos y causan enfermedades y hasta la muerte; y por eso la tierra ha quedado estéril”. Eliseo les ordenó: “Tráiganme una vasija nueva, y échenle sal”. Cuando se la trajeron, Eliseo fue al manantial y, arrojando allí la sal, exclamó: “Así dice el Señor: – ¡Yo purifico esta agua para que nunca más cause muerte ni esterilidad a la tierra!” A partir de ese momento, el agua quedo purificada. Muchos creen que el agua que aún fluye al pie de la montaña cerca de las ruinas, donde Jericó solía estar, es la misma que Eliseo purificó, y se le llama, La Fuente de Eliseo.

En este entonces, el hijo de Acab, Jorán era rey de Israel, y reinó por doce años. Jorán hizo lo que ofende al Señor, aunque no tanto como su padre. De los días del rey David, la tierra de Moab al este del Mar Muerto, había estado bajo el control de Israel. La tierra tenía su propio rey, pero cada año pagaba una suma muy grande a Israel. El rey Mesá de Moab, (se le llamó Mesá en los tiempos de Acab y Jorán), criaba ovejas, y como tributo anual le entregaba al rey de Israel cien mil ovejas y la lana de cien mil corderos. Pero al morir Acab, el rey de Moab se rebeló contra el rey de Israel.

Entonces el rey Jorán mandó por el rey Josafat de Judá, y los dos reyes juntaron sus ejércitos para ir contra Mesá, rey de Moab. Marcharon por el sur a través de Judá, y después a través de Edom al lado sur del Mar Muerto, y de Edom a la tierra de Moab. También se les unió el rey de Edom, el cual estaba bajo el poder de Judá. Durante su marcha no pudieron encontrar agua ni para ellos, ni para sus caballos, y el rey de Israel dijo: “¡Ay! ¡El Señor ha reunido a tres reyes para entregarlos en manos de los moabitas!” Pero Josafat, el rey bueno preguntó: “¿Acaso no hay aquí un profeta del Señor, para que consultemos al Señor por medio de él?” Un oficial del rey de Israel contesto: “Aquí cerca está Eliseo hijo de Safat, el que servía a Elías”. Y Josafat dijo: “Pues él puede darnos palabra del Señor, vamos a verlo”.

Y los tres reyes fueron en busca de Eliseo. Pero Eliseo le dijo al rey de Israel: “¿Qué tengo yo que ver con usted? Váyase a consultar a los profetas de los ídolos de su padre Acab y de su madre Jezabel”. Y el rey de Israel le dijo a Elías: “No, pues el Señor nos ha reunido a los tres para entregarnos en manos de los moabitas”. Eliseo replicó: “Le juro que si no fuera por el respeto que le tengo a Josafat, rey de Judá, ni siquiera le daría a usted la cara. En fin, ¡que me traigan a un músico!”

Mientras el músico tocaba el arpa, la palabra del Señor vino sobre Eliseo, y éste dijo: “Así dice el Señor: – Abran zanjas por todo este valle, pues aunque no vean viento ni lluvia, este valle se llenará de agua, de modo que podrán beber ustedes y todos sus animales. Además el Señor entregará a Moab en manos de ustedes. De hecho, ustedes destruirán todas las ciudades, cortarán los mejores árboles y conquistarán la tierra”.

Y pasó todo como Eliseo lo había dicho. Abrieron las zanjas en el valle, y por la mañana siguiente encontraron agua. Cuando los moabitas vieron que el sol se reflejaba sobre el agua, les pareció que estaba teñida en sangre. Y se dijeron el uno al otro exclamando: “¡Es sangre de batalla! Esos reyes deben de haber peleado, y se han matado unos a otros. ¡Vamos, Moab, tomemos el campamento de los tres reyes y todo el tesoro que tienen!”

Cuando los moabitas llegaron al campamento de Israel, de Judá y Edom, sin protección, los israelitas les hicieron frente y los derrotaron, matándolos a filo de espada. De ahí fueron destruyendo la tierra de Moab, hasta que tomaron todas las ciudades y toda la tierra quedó desolada. Y Mesá, rey de Moab estaba tan desesperado que en esperanza de complacer al dios de su tierra, el cual se llamaba Quemós, tomó su hijo mayor, y lo ofreció en holocausto sobre la muralla. Pero todo eso fue en vano ya que los moabitas aún permanecían bajo el poder de los israelitas. La historia de la guerra entre Israel y Moab, se encuentra no sólo en el libro de Segundo libro de los Reyes, (2 Reyes), en la Biblia, pero también se encuentra escrita en un pilar de piedra, el cual el rey de Moab escribió tiempo después. Algunos años atrás, este pilar fue encontrado en la tierra de Moab.