Jesucristo – su vida y enseñanzas
LA ESTRELLA Y LOS HOMBRES SABIOS
Historia 3 – Mateo 2:1-23
Por algún tiempo después que Jesús naciera, José y María se quedaron en Belén. El bebé no se quedó por mucho tiempo en el pesebre; después de algunos días encontraron donde quedarse. Ahí recibieron otros visitantes que fueron a ver a Jesús, eran hombres de otra tierra lejana.
En una región del este de Judea a muchos kilómetros de distancia, vivían hombres sabios que estudiaban las estrellas. Una noche notaron una estrella muy rara que brillaba en el cielo. Entre sus estudios que habían hecho, sabían que la estrella significaba que un rey iba a nacer en la tierra de Judea. Dios les dijo que fueran a Judea, lejos al este de donde vivían, para que vieran al rey recién nacido. Hicieron un largo viaje con sus camellos y caballos, hasta que por fin llegaron a la tierra de Judea, y llegaron en el momento preciso que Jesús nacía. Al llegar a Judea, creían que todos sabían del rey que iba a nacer, y preguntaron: “¿Dónde está el que ha nacido rey de los judíos? Vimos levantarse su estrella y hemos venido a adorarlo”. Pero nadie sabía, ni habían oído de tal rey.
La noticia de estos hombres llegó al palacio de Herodes, el cual ya era anciano. Como ya sabes, él gobernaba la tierra de Judea bajo el control del emperador de Roma, Augusto César. Herodes era un hombre muy malvado y cuando se enteró del nuevo rey, se sintió amenazado de poder perder su trono; así que decidió matar al nuevo rey para retener su poder. Mandó llamar a los sacerdotes, escribas y a los hombres que estudiaban las escrituras del Antiguo Testamento, y les preguntó si sabían algo del Cristo que todos esperaban. Les preguntó: “¿Pueden decirme dónde nacerá el Cristo rey de Israel?” Buscaron en los libros de los profetas y le dijeron: “En Belén de Judea, porque esto es lo que ha escrito el profeta: – Pero tú, Belén, en la tierra de Judá, de ninguna manera eres la menos entre los principales de Judá; porque de ti saldrá un príncipe que será el pastor de mi pueblo Israel”.
Luego Herodes mandó llamar en secreto a los hombres sabios del este y se enteró por ellos del tiempo exacto en que había aparecido la estrella. Los envió a Belén y les dijo: “Vayan e infórmense bien de ese niño y, tan pronto como lo encuentren, avísenme para que yo también vaya y lo adore”. Los hombres sabios siguieron su camino a Belén, y sucedió que la estrella que habían visto levantarse iba delante de ellos hasta que se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella se llenaron de alegría. Cuando llegaron a la casa, vieron al niño con su madre María; y postrándose lo adoraron, porque sabían de inmediato que este era el rey. Entonces, le presentaron como regalos oro, incienso y mirra que eran usados en las ofrendas de sacrificios. Esa misma noche, Dios les dio un sueño advirtiéndolos que no regresaran a ver a Herodes, sino que regresaran a su tierra por otro camino. Obedecieron al Señor y encontraron otro camino de regreso a su propia tierra sin tener que pasar por la ciudad donde vivía Herodes. Y así, Herodes no pudo preguntarles a los hombres sabios del niño nacido a ser rey.
Cuando los hombres sabios ya se habían ido, el Señor se le apareció en otro sueño a José el esposo de María. Vio un ángel y le dijo a José: “Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”. Así que se levantó cuando todavía era de noche, tomó al niño y a su madre, y partió para Egipto que estaba en el lado suroeste de Judea. Allí permanecieron todos por algunos meses hasta que Herodes muriera. Herodes estaba esperando que los hombres sabios regresaran de Belén; pero pronto se dio cuenta de que los sabios se habían regresado a su tierra sin decirle nada. Esto lo enfureció mucho y, envió soldados para que mataran a todos los niños menores de dos años en Belén. Gritos de las madres en Belén llegaron a Dios al ver a sus pequeños ser arrebatados de sus brazos para matarlos. Pero todo este tiempo, el niño Jesús estaba sano y salvo con su madre en la tierra de Egipto.
El rey Herodes murió viejo y con mucha maldad hasta el final. Y el ángel del Señor le habló a José en otro sueño diciendo: “Levántate, toma al niño, y vete a la tierra de Israel, ya murieron los que amenazaban con quitarle la vida al niño” Así que se levantó José, tomó al niño y a su esposa, y regresó a la tierra de Judea. Quizá José quería criar al niño en Belén, la ciudad de David. Pero al oír que en esa parte de la tierra, Arquelao reinaba en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá, ya que él era tan malvado como su propio padre. Entonces se fue a Nazaret, un pueblo del distrito de Galilea, donde habían vivido los dos antes de tener al niño. El distrito de Galilea era gobernado por uno de los hijos de Herodes, un rey llamado Herodes Antipas el cual no era un hombre bueno, pero no tan malvado como su padre lo habían sido.
Así que nuevamente José el carpintero y su esposa María se encontraron viviendo en Nazaret, donde se quedaron mientras que Jesús crecía. Jesús no era el único hijo, pues tenía más hermanos y hermanas en su familia.